18 de enero de 2015

YOKAI - 妖怪

Rokurokubi


 En principio, se suele traducir yokai, como monstruo. Pero no es exactamente así. La palabra japonesa yokai está formada por dos kanji:
  • Yo (): Significa «misterioso, embrujado», no necesariamente algo que dé miedo, sino que llama nuestra atención precisamente por su extrañeza.
  • Kai ( 怪): Significa «extraño».
 
 Para Zack Davisson la traducción más adecuada de yokai sería la más sencilla: «fenómeno misterioso». Así pues, no sólo son yokai los seres monstruosos o extraños, sino cualquier cosa que no sea fácil de explicar. Lo son los fantasmas, los oni (ogros, demonios), las ilusiones ópticas y prácticamente cualquier cosa que sea llamativa o rara. Pero es más, ni siquiera hace falta que sea algo propio del folclore japonés, también se llaman de la misma forma a los seres foráneos (como el bigfoot), del espacio (¿serán considerados yokai los famosos «grises»?) e incluso aquellos creados por distintos artistas (como Toriyama Sekien).
Tôfu-kozô
Estos artistas a veces se basaban en mitos previos para representar a sus propios yokai, pero en ocasiones eran creaciones completamente originales, propias. En este sentido, hay que tener en cuenta que en el período Edo se hizo muy popular un juego llamado Hyakumonogatari Kaidakai. Los jugadores buscaban siempre nuevas historias que les hicieran destacar entre los demás participantes, así que se creó una gran demanda de cuentos que tuvieran como protagonistas yokai nuevos, desconocidos para los demás (dos ejemplos de lo dicho son el kasa-obake o el tôfu-kozô).

Por tanto, con el desarrollo de una cultura de publicaciones, las representaciones de yokai que eran tesoros en los templos budistas se convirtieron en algo familiar para la gente y se piensa que esta es la razón de que incluso los yokai fueran originalmente temidos, pero que se convirtieran en personajes cercanos para la gente.


Kasa-obake


¿CÓMO SURGIERON LOS YOKAI?

    Se cree que al principio los yokai surgieron de las representaciones del miedo. Es decir, el miedo adquiría una forma más material (como los oni). Estas representaciones se fueron multiplicando y la gente les fue dando personalidades y emociones similares a las humanas. Hay que tener en cuenta que Japón era un país de religión animista (sintoismo) el país de «yaoyorozu no kami» (de los ocho millones de kami o dioses), en el que casi cualquier cosa que les pareciera extraordinaria por algún motivo (un árbol, unas montañas, un río...) se podía convertir en un kami (una divinidad) o albergar su espíritu, así que no es de extrañar que se crearan una miríada de seres menos poderosos (no llegaban al nivel «dios») y que en ocasiones podían ser incluso sus mensajeros (kitsune, zorro blanco, mensajero de Inari). Al igual que los kami, los yokai no eran ni buenos ni malos, «debido a la noción animista de que todas las cosas poseen un espíritu, cada ser vivo, incluido los espíritus (...) es básicamente bueno o malo». Se creía que el poder espiritual de estos seres aumentaba con los años. La gente llamó a este poder tatari (maldición) y así aparecieron los yokai. Pronto estos entes se hicieron cada vez más populares, hasta el punto de compartir protagonismo junto al propio Buda. Los japoneses se sentían atraídos por la cultura china y les imitaron en muchos aspectos, incluyendo su forma de difundir el budismo a través de dibujos que representaban la vida de Buda, así se llegaba a muchas más personas, porque era comprensible para aquellos que no sabían leer. Poco a poco los japoneses incluyeron en estos rollos o manuscritos que hablaban de Buda representaciones de los yokai, convirtiéndose así en algo cercano al pueblo, que no podía evitar sentirse atraído por los aspectos divertidos de estos personajes. Atracción que aún hoy pervive.

Kappa

Fuentes: